Sombra y las Diez mil cabezas
Una vez más, sólo mi sombra y yo
volvemos a entrar de la mano
al mismo bar en el que nos descubrimos
aquella tarde del día 27
Abro la puerta, de aquel
mausoleo etílico, y
Sombra alargada se desliza
Ocupando todo el espacio,
Ella sola se esparce.
Corretea por el
Suelo;
un piso
sucio, mal oliente y agrietado
Yo observo desde la entrada y,
paseo la mirada
-deslizo mi mano-
la acaricio
en cada paso que da.
Mi negra compañera
se quiebra en cada esquina, trepa
segura por las paredes
sin decir una palabra,
se sienta junto a mi,
y yo no digo nada.
Soy fantástico, y pienso,
Fantasías.
Entonces le digo:
-Flaca, hoy
vine
sólo para verte sonreír.
A lo que me contesta:
-Fíjate,
en nuestra
lúgubre esquina
nadie sonríe, y
nadie espera.
-No puede ser,
yo no estoy solo.
Entre a este bar,
contigo,
con el Sol
y, mi cerveza.
Y recuerdo
muy bien
que hoy
diez mil cabezas me sonrieron
Diez mil cabezas que conozco